viernes, 26 de septiembre de 2008

Todavía no, por Dios


Aquel consabido “¡No vuelvo más!” que todo aficionado ha proferido bastante más de una vez a la salida de la plaza, cuando lo que había presenciado no era aquello por lo cual había pagado, y que se repetía con toda la sinceridad que daba el calentón pero sin dejar de abrir una compuerta a la esperanza que nos iba a tener sentados en el tendido al día siguiente, ahora ha adquirido un tinte más serio, y sin temor a exagerar, dramático.

Dos de las páginas de referencia de los aficionados, El Chofre y el Blog de Betialai, han manifestado su decisión de cerrar, después de haber cumplido una labor imprescindible durante años al servicio de la afición, paliando toda clase de ataques e infamias, especialmente procedentes del taurineo y sus adláteres temerosos de que fuentes independientes e informadas, que dicen la verdad y denuncian la mentira, puedan estropearles el negocio y violar la impunidad con que los poderosos generalmente pretenden perpetrar sus trapisondas.

Ninguno de esos ataques, por infundados y barriobajeros que fueran, hicieron mella en la voluntad de estos dos aficionados como la copa de un pino, Juan Antonio Hernández y Miguel Machimbarrena, de seguir adelante durante años en la consecuente campaña en favor de la fiesta, de su integridad y de su pureza. El que ahora hayan decidido abandonar la lucha tiene que tener otras connotaciones que van más allá que la polémica con mercaderes o ignorantes. No conozco detalles, aunque los presumo, y no me pronunciaré sobre las posibles motivaciones. Cabe mencionar que, desde que tomé conocimiento de la decisión de poner fin a las actividades por parte de ambos portales no he tenido contacto directo con sus responsables y, obviamente dadas las circunstancias, mis correos no han sido todavía respondidos en el momento de escribir estas líneas, por lo que actúo solamente por presunciones y por el egoísta deseo de que no nos dejen solos.

Los aficionados necesitamos todo lo que Toni y Betialai representan y no tenerlo significará un vacío que nadie está en condiciones de cubrir. Por esa razón, pasando por alto toda cortesía, tacto o buen gusto, vuelvo a insistir, como el elefante en la cacharrería, en lo que ya he manifestado en el blog de Beti y por diversos correos: no nos hagáis esto. Entendiendo perfectamente las motivaciones porque todos hemos estado a punto de mandar a la mierda muchas cosas en nuestra vida, pero, de todos modos he de cometer la desvergüenza e ingratitud de recordaros que vuestro trabajo no es solamente vuestro sino que es un referente, de los poquísimos que quedan, en el que nos afirmamos tantos que queremos salvar esta bendita afición.

Sé que es difícil hacerse a la idea de seguir enfrentando las broncas, especialmente cuando proviene de sectores con los que existe o debiera existir una mayor afinidad; sé que hay enemigos a los que resulta muy fácil dejarlos en el pozo séptico al que pertenecen y del que nunca debieron salir, así como difícil es acostumbrarse a la incomprensión de quienes comparten nuestra trinchera; sé que alguna vez ese “¡No vuelvo más!” dejará de ser un exabrupto y se transformará en una realidad ineludible, pero a pesar de todo eso quiero creer que ese momento todavía no ha llegado. Todavía no, por Dios.

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