lunes, 12 de noviembre de 2007

Alberos, Clarines y esperanzas


Las páginas de los aficionados en Internet han significado un aporte fundamental para contrarrestar los embates del taurinismo profesional y sus plumarios. Escuchar las voces no comprometidas significó una ráfaga de aire fresco ante los machacones intentos del periodismo oficialista por vender una fiesta adulterada que les permita mayores ingresos con menores riesgos. Son muchos los foros y blogs referenciales que surgieron y que daban una visión de aficionado ante los abusos. Por cierto que muchos ya han sido calificados de negativos o de intransigentes, pero la sufrida afición ya está acostumbrada a esas confusiones tendenciosas de causa y efecto y lo ha tomado con filosofía.

Si bien esa constelación ha sido bienvenida y beneficiosa, constituía hasta hace poco sólo un triunfo parcial ante los poderes establecidos; una suerte de oposición extraparlamentaria. Los poderosos seguían ocupando los medios de comunicación más importantes y la réplica de la afición tenía para ellos solamente las características bullangueras de unas palmas de tango.

Además, los medios no escritos no habían gozado hasta ahora de esa alternativa. Los pocos periodistas radiales serios, auténticos aficionados y conocedores, han desarrollado su meritísima tarea contra corriente, sufriendo las amenazas y las extorsiones de los dueños del negocio, y que haya habido quienes no han sucumbido a las presiones es digno de mencionarse. Sin embargo se trata de los menos y su tarea no ha sido todo lo divulgada que debiera porque a los poderosos no les interesa.

El nombramiento de Rafael Cabrera Bonet para hacerse cargo del programa taurino de la COPE, borró de un plumazo la tradición de la sumisión a los poderes fácticos en la elección de los comentaristas. El Albero se ha convertido en un referente de aficionados, sin perder la apertura a todas las opiniones, sin transformarse en un refugio del “integrismo”, como suele llamar el taurinismo a la comprensible aspiración de los aficionados de que no le roben la cartera, pero sin claudicar tampoco de los principios básicos sobre los que se sostiene la tauromaquia.

La diversidad es auténticamente refrescante. Después de un crítico editorial de Rafael Cabrera, en el que denuncia lo que haya que denunciar, es perfectamente posible escuchar la entrevista a un ganadero estrella o a una figura del toreo, sin acritud, sin pretender polémicas fáciles, solamente con un ánimo informativo. Así es el toreo, abierto a todas las opiniones y tendencias, pero dentro de los parámetros básicos aceptables. Y para eso está El Albero actual, para decirnos cuáles son.

A este esperanzador panorama se suma la designación del doctor Adolfo Rodríguez Montesinos, veterinario, periodista, escritor, ganadero y, antes que nada, aficionado, como el director del programa taurino “Clarín” de Radio Nacional de España. Tenemos que esperar a ver su gestión, porque esto de meterse a profetas es muy peligroso, pero los aprontes son altamente optimistas. Con su presencia se constituye un eje importantísimo de la información taurina, ahora que hace tanta falta.

Lo único que debiera mejorarse son los horarios. Es realmente absurdo que el único programa de radio de una cadena dedicado a un espectáculo popular, como es el caso de El Albero, sea emitido a las tantas de la madrugada, aunque sea posible escucharlo en diferido por Internet. Esto responde, mucho nos tememos, a una tendencia por esconder la cabeza como los avestruces ante la evidencia de la existencia de una audiencia de toros, interesada por informarse y aprender.

“Clarín”, emitido a las once de la noche, es coherente pero no sabemos cuánto permanecerá en ese horario. Recordemos que salía al aire a una hora perfectamente lógica mientras lo tenían en sus manos quienes mantenían las mejores relaciones con el orden establecido. Ahora que seguramente lo que se oiga no sea del agrado de muchos defensores del ocaso de la fiesta, veremos cómo se reacciona.

Pero no es el momento del derrotismo sino de la esperanza. Bienvenidos los aficionados a los medios de comunicación y esperemos que su labor aporte tanto como ellos desean a la reivindicación de nuestra fiesta.

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